Hace unos días, Miguel Capitan, nuestro corresponsal en el Km. 249, envió, un recuerdo hermoso, donde “la figura de un Sacerdote, llamado Miguel Grimaux, viaja en un Citroën amarillo, haciendo sonar la bocina recorre las calles de nuestro pueblo, arreando a cuanto diablillo suelto, se le cruza, ejerciendo con una pelota de fútbol, el milagro de llevarlos hasta las mismas puertas de Nuestra Señora de la Merced…” (Merece ser leída, la encontrarán en La Gallineta.) Ciertamente es un recordatorio maravilloso, apunta directo al corazón y se instala; cuando algo llega así, se queda para siempre.
Así fue, para mí, mientras lo releía pensé, ¡que bueno sería poder reunir al Padre Grimaux, con aquellos “demonios”, hoy hombres!… y sin más duda comencé la búsqueda, primero fue la Basílica San Ponciano de la Plata, san-ponciano@hotmail.com respondieron rápidamente, “el Pbro. Miguel Grimaux reside en Córdoba en el Arzobispado le podrán ayudar arzolap@satlink.com” . Pero no fue tan fácil con el arzobispado de la Plata, aún, no respondió; tampoco el Bolg Grupo Scout María Auxiliadora de Berisso, donde descubrí una foto, de un sacerdote del mismo nombre y apellido, que coincide con la descripción que nos hace Miguel en su relato. Presiento que estamos muy cerca de encontrar al Padre Miguel Grimaux. ¡Ayúdenme, vamos! ¡Busquémoslo entre todos! para que aquellos muchachitos se reencuentren con ese buen amigo, o sencillamente para que el Padre Miguel Grimaux sepa, que hoy, cuarenta años después, en Gral. Guido todavía, “uno de aquellos diablejos” lo recuerda con tanto cariño.
Y mientras esperamos que se haga realidad mi sueño, comparto con ustedes estos versos de otro sacerdote, el nicaragüense, Ernesto Cardenal “Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido / ni asiste a sus mítines / ni se sienta en la mesa con los gangsters / ni con los Generales en el Consejo de Guerra / Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano / ni delata a su compañero de colegio / Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales / ni escucha sus radios / ni cree en sus slogans. / Será como un árbol plantado junto a una fuente.”
Todos, sin excepción saben como pienso, lo dije aquí mismo cuando condenaron a Von Wernich, y si había alguna duda, con el Salmo I de Cardenal quedó más que esclarecida, ¿verdad?.
Y mientras esperamos que se haga realidad mi sueño, comparto con ustedes estos versos de otro sacerdote, el nicaragüense, Ernesto Cardenal “Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido / ni asiste a sus mítines / ni se sienta en la mesa con los gangsters / ni con los Generales en el Consejo de Guerra / Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano / ni delata a su compañero de colegio / Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales / ni escucha sus radios / ni cree en sus slogans. / Será como un árbol plantado junto a una fuente.”
Todos, sin excepción saben como pienso, lo dije aquí mismo cuando condenaron a Von Wernich, y si había alguna duda, con el Salmo I de Cardenal quedó más que esclarecida, ¿verdad?.
Quién no tiene o ha tenido, una crisis fe, quién no se ha enojado con la Iglesia, con “ciertos” curas, con “algunas” monjas; quién no duda del "Opus Dei". Pero no debemos olvidar que hay, hubo y habrá siempre otros: tantos y tantas, que desde el anonimato trabajan en silencio y que son merecedores de nuestro permanente reconocimiento.
En estos tiempos cuando desde Roma hacen un “Mea Culpa”, “analizan una oración perpetua” Muchos nos preguntamos, ¿alcanzará?...
En estos tiempos cuando desde Roma hacen un “Mea Culpa”, “analizan una oración perpetua” Muchos nos preguntamos, ¿alcanzará?...
Entonces llega Él, a tiempo, siempre a tiempo, me rescata de la angustia, de la incertidumbre, de la desesperanza, me apacienta… y en esa calma interior la vida resplandece.
Y con humildad franciscana le pido "Perdóname, no como yo perdono sino como tú, perdonas, sin dar lugar al rencor. No me dejes caer en la tentación de acumular lo que otros necesitan. De ver con desconfianza a los que no son como yo y líbrame del mal que me amenaza: la soberbia, la ira, la envidia. Amén"
¡Hasta la próxima Buena Noticia!