Pase por La Gallineta pero no compre tortas negras porque igual que vos, María, sólo como las de la Espiga de Oro.
¡Y llegó septiembre!… y sí, claro que se sintió el rasguño de Tigre, pero siempre hay otra oportunidad.
¡Y llegó septiembre!… y sí, claro que se sintió el rasguño de Tigre, pero siempre hay otra oportunidad.
Cuando yo nací… cuenta la leyenda, los amigos de mi abuelo Cesáreo lo esperaron en la cancha de Banfield para felicitarlo por su “abuelazgo” y entregarle el regalo… una muñeca, que todavía conservo. Yo me arrulle con el sonido de los nombres de Eliseo Mouriño, de Calics, Suarez. Mi abuelo nunca dejo de ir a la cancha, ni aún en aquellos años cuando la hinchada parecía haber abandonado al equipo, el Tata Cesáreo estaba firme, prendido al alambrado perimetral; a pesar de tener su platea, gallego tozudo, le gustaba ver el partido detrás de los arcos. En la década del sesenta el barrio se tiño de verde y blanco, por esos años, llegamos a ser los primeros. Y siempre esos nombres coreados, alabados y “puteados” hasta la disfonía… San Filippo, Bertulessi, Cantero. En el principio de los setenta nos fuimos… pero volvimos a primera, un año después con La Volpe, Taverna, Mateos. Por entonces, mis amigas y yo no nos perdíamos un solo partido, ¡coooorrectamente! mi querida María, "absolutamente atraídas" por los gladiadores albiverdes, las tres sentaditas, en la platea baja, seguíamos atentas el juego. Para nosotras, siempre jugaban, muy bien, teníamos veinte años, poco fútbol y mucha hormona. Cuando Adolfo Pedernera dirigió a Banfield, mi abuelo iba todavía a la cancha y a la vuelta hablaba de Orte, Sacconi, Corvo, Vila.
A fines de marzo del setenta y siete, el abuelo dejo de ir a la cancha… ahora solo quedaba el murmullo que el viento nos traía los sábados, y algún comentario con tío Mochi, nada importante.
En los noventa apareció Zanetti y Comizzo y Julio Cruz, y volvimos a hablar de fútbol aunque sobre final de la década perdimos la categoría. Tío Mochi, ya no estaba, pero el rugido del Florencio Sola segía alli vivando la localía.
El nuevo siglo, nos devolvió a nuestro lugar. En 2003 con Falcioni logramos disputar torneos internacionales… ¿Qué tal?, Banfield participó de la Copa Sudamericana y de la Libertadores de América. Y estuvimos en los cuartos de final, y el Subcampeonato del clausura. Y clasificamos para la Sudamericana 2006. Camiseta Naranja para Juliana Martinez, viajó para Guido; la vieja y querida Blanca con verde sigue aquí. ¡Si, si señores, yo soy de Banfield... con algunos magullones, un éste arañazo…
Yo nací cuando Banfield sumaba invictos, llegó a treinta y nueve, nadie lo ha superado hasta hoy… Bueno, ya basta de Banfield; Racing y River,el equipo de mi hermano, de mi hija, empatan en avellaneda el murmullo esta vez viene en la voz del locutor de Radio Mitre.
Gracias por el matecito María, antes de finalizar la charla te digo: querer es poder, y lo digo viendo lo que el padre Manolo Castiñeira hizo en la iglesia. El padre cura quiso y pudo, nuestra querida Parroquia ¡esta hermosa! y todo gracias a él... Empiezo a descontar los días para encontrarnos en Guido María, ya falta menos.
Gracias por el matecito María, antes de finalizar la charla te digo: querer es poder, y lo digo viendo lo que el padre Manolo Castiñeira hizo en la iglesia. El padre cura quiso y pudo, nuestra querida Parroquia ¡esta hermosa! y todo gracias a él... Empiezo a descontar los días para encontrarnos en Guido María, ya falta menos.
Chaucito… volveré por que ya lo dice el refrán “El que toma mate vuelve”... las Tortas Negras en la Espiga, la próxima, las compro yo.