Pollera a cuadros y tacones bajos
y la imagen del “CHE” puesta en la vincha.
Defender ideales: la amenaza
que el sistema perverso suponía.
Tenías diecisiete y un otoño
al volver del colegio, en una esquina
te esperaban las garras delatoras
del poder que esas bestias ejercían.
Cuando evoco tus ojos color miel
aún siento que su brillo me ilumina.
Tus sueños eran tantos y se fueron
tras la espera final de la utopía.
Cercenado en el alba tu capullo
ha de brotar fecundo en mil semillas
sin hojas de perdón, más invencibles
vivirán con tu savia florecida.
Te he buscado rasgando con mis uñas
este silencio atroz que se empecina
en responder al llanto que las hienas
decidieron que fluya día a día.
En nombre de qué lucha, de qué historia
sin reparos segaron tantas vidas.
Son más de treinta mil, que aún esperan
el acto singular de la justicia
Ahora he comprendido y, sin embargo
mi corazón espera todavía
que un viento justo agite los escombros
que han cubierto tamaña felonía.
Norma Ester Montenegro
y la imagen del “CHE” puesta en la vincha.
Defender ideales: la amenaza
que el sistema perverso suponía.
Tenías diecisiete y un otoño
al volver del colegio, en una esquina
te esperaban las garras delatoras
del poder que esas bestias ejercían.
Cuando evoco tus ojos color miel
aún siento que su brillo me ilumina.
Tus sueños eran tantos y se fueron
tras la espera final de la utopía.
Cercenado en el alba tu capullo
ha de brotar fecundo en mil semillas
sin hojas de perdón, más invencibles
vivirán con tu savia florecida.
Te he buscado rasgando con mis uñas
este silencio atroz que se empecina
en responder al llanto que las hienas
decidieron que fluya día a día.
En nombre de qué lucha, de qué historia
sin reparos segaron tantas vidas.
Son más de treinta mil, que aún esperan
el acto singular de la justicia
Ahora he comprendido y, sin embargo
mi corazón espera todavía
que un viento justo agite los escombros
que han cubierto tamaña felonía.
Norma Ester Montenegro