Por Fernando Lema*
El pánico social es un excelente negocio. Lo vemos cotidianamente en la campaña electoral o en los noticieros televisivos. Pero ya lo vimos en 2002 con la gripe aviar cuando las empresas farmacéuticas lo ensayaron para producir antivirales, vendidos, pero que jamás fueron utilizados.
Lo que sorprende o interroga, es la urgencia con la que el Organismo Mundial de la Salud lanza alertas mundiales antes de conocer la morbilidad, mortalidad, riesgos, difusión, tipo de cepa, métodos de diagnostico, disponibilidad y confiabilidad del mismo, tratamientos posibles y alternativos para países con bajos recursos, para la gripe producida por el virus mutante de la influenza porcina.
La gripe es una enfermedad frecuente en porcinos, por lo menos uno de cada cuatro cerdos en todo el mundo tiene anticuerpos, signo de haber padecido la enfermedad, pero rara vez hay contaminación humana. Por lo general, estos casos aparecen en personas que trabajan con los cerdos. También fueron descriptos algunos raros casos de personas que contagiaron el virus de la influenza porcina a otras. Mucho más rara es la adaptación del virus porcino a humanos y la generación de un nuevo virus especifico del epitelio respiratorio de la especie. El pasaje a humanos del virus de la influenza porcina se encuentra en los registros de los Centros de control de enfermedades infecciosas, en EEUU, desde hace algunas décadas. En los últimos cuatro años se conocieron 12 casos de infecciones por influenza porcina en personas.
De la misma manera que lo hacen los virus de la gripe humana los virus de la influenza porcina cambian permanentemente. Pero a diferencia del humano los virus de la influenza de otras especies (aves, humanos) pueden infectar a los cerdos y en esos casos, al reproducirse en las células del tracto respiratorio, los virus pueden intercambiar sus genes generando nuevos virus diferentes a los anteriores.
El número de muertos producido por la emergencia gripal en México es mucho menor que el causado al mismo tiempo en niños por la diarrea viral, o los accidentes de tránsito o el cáncer de pulmón, en el mismo país. O los muertos producidos por la crisis financiera y especulativa que dejó a millones de personas al borde del camino y aún más lejos de cualquier forma de asistencia.
Esta semana la prensa italiana titulaba "40 millones de dosis de antivirales para proteger a toda Italia", ese es el negocio, el pánico de la gente y la medicina espectáculo. Compro y resuelvo, ya no hay riesgo, la enfermedad no existe, el "príncipe" hizo el milagro esperado.
Pero más allá del miedo que precipita los precios del petróleo, hunde las agencias de viajes, cierra los negocios en México y aumenta los costos aeroportuarios por la compra de termómetros para controlar la temperatura de millones de viajeros y desplaza el personal de salud a problemas seguramente menos relevantes que los cotidianos del sistema sanitario, cuanto le cuesta a la precaria salud mundial esta deriva de recursos? cuantos van a morir en el mundo como consecuencia de estos dramáticos desplazamientos de recursos deficitarios para pelear contra fantasmas?.
El imaginario social sigue agitándose como con la peste en la Edad Media o con la gripe española, del siglo pasado o con el SIDA hasta que se volvió enfermedad crónica para los países ricos. La diferencia es que ahora la información mundial es instantánea y el reflejo de protección es comprar. La gente reacciona agotando los tapabocas, vacunándose contra un virus que no los protegerá de la variedad recombinante surgida por el hacinamiento productivo entre cerdos y hombres.
Es la sociedad la que esta enferma, de falta de método, de ausencia de visión critica, de falta de sentido común y seguimos siendo víctimas de un manejo informativo sin análisis ni responsabilidad social, seguimos comprando espejitos de colores frente al temor a lo desconocido. Claro que ahora no hay muchos espejitos ni colores, hay solo dos, se llaman antivirales y lo venden dos empresas farmacéuticas cuyas acciones están en las nubes desde la semana pasada.
* Fernando Lema fue durante 25 años, investigador en
inmunología viral en el Instituto Pasteur de París, Francia