"Cuando el desencanto se ha convertido en artículo de consumo masivo y universal. Nosotros seguimos creyendo en los asombrosos poderes del abrazo humano" Eduardo Galeano.

domingo, 30 de agosto de 2009


Estimados/as:
Comunico a todos Uds. que a partir de la fecha, nuestro Museo Municipal "Del Vecino", tiene dirección de correo electrónico. La misma es museodelvecino@yahoo.com.ar
Agradecería socializaran esta información con vuestros contactos y esperamos, atentamente, seguir en contacto.

Muchas gracias!!
Saludos cordiales.
María Marta Vargas
Directora de Cultura Gral. Guido

martes, 25 de agosto de 2009

Revelaciones de invierno
Por Juan Sasturain

Fue una mañana de invierno, un lunes como hoy pero del alevoso y helado julio de 1959, hace exactamente cincuenta años: yo tenía trece, iba a cumplir catorce en unos días y cursaba primer año en el Don Bosco de Mar del Plata, apenas uno de los 45 granujientos, incipientes varones de Primero A. Para eso iba en bici cada mañana pedaleando Avenida Luro arriba, treinta y pico de cuadras. Tras la diaria misa entre bostezos nos cagábamos religiosamente de frío hasta el mediodía en esas aulas grandes, altas, con pupitres oscuros y ventanales que daban al patio de cemento en que –cada recreo– jugábamos al fútbol de timbre a timbre, transpirando como salvajes con pulóver y gabán.
Esa mañana de hace medio siglo, el Pelado Marcángeli –que nos daba Castellano e Historia sucesivamente en las primeras horas– llegó y sin decir nada ni comentar el triunfo de Independiente se puso a escribir en el pizarrón con letra clara algo que leía en el diario que había traído de su casa. Era un poema, un soneto más precisamente: “A la efigie de un capitán de los ejércitos de Cromwell”.
–Copien –dijo el Pelado.
Y fue desplegando de arriba abajo los catorce versos endecasílabos en los correspondientes dos cuartetos y dos tercetos. Al final, a la derecha, escribió el nombre del autor: Jorge Luis Borges.
Nosotros no sabíamos qué era una efigie, cómo se reconocía un soneto y menos aún quiénes eran Cromwell o Borges. No sabíamos nada, en realidad; y hacía frío:
“No rendirán de Marte las murallas / a éste que salmos del Señor inspiran. / Desde otra luz, desde otro siglo, miran / los ojos, que miraron las batallas” ya leía, ya nos hacía leer el Pelado en voz alta y con fervor.
Hiatos y sinalefas mediantes, llegamos a reconocer las once rítmicas sílabas de cada verso; descubrimos las consonancias abba de la rima y sin transición nos trasladamos en el segundo cuarteto: “La mano está en los hierros de la espada. / Por la verde región anda la guerra; / detrás de la penumbra está Inglaterra, / y el caballo y la gloria y tu jornada”. Y fue como quien pasa al segundo vagón de un tren en movimiento para verificar que el esquema del primero se repetía tal cual.
–Vamos ahora a los tercetos –dijo el Pelado.
“Capitán, los afanes son engaños, / vano el arnés y vana la porfía / del hombre, cuyo término es un día”, recitó Marcángeli. Caminando entre los bancos, releyó los tres versos, hizo la pausa justa para mostrar el encabalgamiento, resaltó el cdc de la rima y después siguió ya cuesta abajo, sin detenerse hasta el final: “Todo ha acabado hace ya muchos años. / El hierro que ha de herirte se ha herrumbrado; / estás, como nosotros, condenado”.
Punto y silencio unánime.
–¿Qué les pareció?
En principio no nos parecía nada. No se entendía demasiado, éramos pendejos y nuestras lecturas habituales no iban más allá del Hora Cero para ver cómo seguía El Eternauta y de El Gráfico para que nos contaran los goles de Yaya Rodríguez y Senés que escuchábamos por radio. Además teníamos frío. Pero, sin embargo, el Pelado comenzó a hablar y algo pasó, algo (nos) empezó a pasar esa mañana, un lunes como este lunes de hoy, tan frío, hace cincuenta años exactos.
Simplemente nos había alcanzado la literatura. Y eso que pasaba entre versos –apenas intuido, deslumbrante, pero apenas comprendido del todo por falta de vida y experiencia– no era otra cosa que la poesía.
Puedo recitar desde entonces “A la efigie de un capitán de los ejércitos de Cromwell” de memoria. Debe ser el único poema de Borges que recuerdo así, entero y cadencioso. Incluso estoy seguro de reconstruir no la exégesis puntual del soneto deslumbrante –el profe lo había leído el día anterior en el suplemento literario de La Nación, el rotograbado que salía impreso en sepia el domingo, y nos lo trajo–, pero sí el fervor de la explicación, la pasión transmitida.
Al consultar los datos me doy cuenta de que Ricardo Marcángeli, el inolvidable maestro que me enseñó a leer, era del ’29, tenía en aquel momento nada más que treinta años. Parecía más grande. La calva precoz y nuestra mirada casi infantil nos engañaban. Severo y jodón a la vez, al Pelado le encantaba la Historia y contar goles de Erico; nos prestaba libros, compartía con nosotros los resultados del domingo y el tedio de la lectura obligatoria de las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma y la Marianela de Galdós en las ediciones de Troquel. Pero sobre todo nos quería.
Cinco años después, cuando ya estudiaba Letras en Buenos Aires, había regalado mi colección de historietas y veía a Boca en la Bombonera, seguía pendejo pero menos, me compré El hacedor –que es de 1960 y uno de los libros que más me gustan de Borges– y me volví a encontrar con la efigie del capitán, la certeza de que “los afanes son engaños”, que es vana “la porfía del hombre, cuyo término es un día” y que estamos –como él– condenados. Desde entonces me pasa cada vez, y es como la primera.
Ricardo Marcángeli, por aquellos mismos años en que nos daba clase y letra como quien reparte comida caliente o besos, empezó a pintar y a eso se dedicó con talento durante décadas. Se murió en 2006 en Mar del Plata, dejó alrededor muchos amigos y también –más lejos– muchos pibes grandes como yo, agradecidos para siempre por aquellas revelaciones de una mañana de invierno.
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-128905-2009-07-27.html


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jueves, 20 de agosto de 2009

Romancero Dolorense de Juan Carlos Sanchez Sottosanto

IX Romance apocalíptico

la noche se ha fracturado
la noche se ha vuelto incierta
y por la puerta entreabierta
la noche se ha penetrado
: salgo a la noche y afuera
el cielo se ha bifurcado
lo sigo por desgarrados
suburbios por las postreras
callejas y más callejas
las que mueren en los campos
extrañas son las estrellas
extraños suenan los cantos
de los pájaros penúltimos
casas viejas viejos ranchos
adobes rojas esquinas
y grietas en las endrinas
paredes y el yuyo adentro
la noche ha tornasolado
ochavas y sin ochavas
faroles candiles yertos
más allá la ruta antigua
más allá los sitios muertos
los paredones al tiempo
y el curso hacia el infinito
los pantanos y los miasmas
la luz mala los fantasmas
de gauchos putas y farras
de indios de gliptodontes
de trilobites primeros
de mar en el mar hundido
de magma en costra fundido
de pronto resucitados
legiones y más legiones
de espectros huestes enteras
son las mesnadas primeras
desde el alga a las postreras
voces que ayer escuchamos
todas juntas conjugadas
conjugándose al no olvido
y desde el sur han partido
hacia aquí por recordarnos
su propia muerte en la muerte
porque muerte es la presencia
que por la puerta entreabierta
supe hoy la propia muerte
la muerte del pueblo entero
ya no acacias no ciruelos
el yermo será la suerte
de la memoria y el fuego
torna a su centro primero
rescoldo que prisionero
se ha liberado por siempre
en llamas arden las puertas
los rostros las tumbas todo
dioses prohombres el lodo
del amor del odio el légamo
ardiéndose en alarido
mejor aún en silencio
los cielos estremecidos
y esta historia que se ha muerto.

Juan Carlos Sanchez Sottosanto
http://sanchezsottosanto.over-blog.es/

miércoles, 19 de agosto de 2009

Hasta aquí llegó
Óleo de Rubén Muñoz Abril

martes, 18 de agosto de 2009

El Museo Histórico Municipal de General Guido ya tiene nombre

Palabras de la Sra. Maria Marta Vargas en el acto de imposición del nombre

La Dirección de Cultura lanza, allá por abril del corriente año, un concurso donde son invitados a participar todas las Instituciones y Entidades tanto públicas como privadas del Distrito, cuyo motivo obedecía a poder pensar entre todos un nombre para nuestro Museo Histórico.
A partir de allí, distintos sujetos activos de la comunidad se suman al proyecto y finalmente el día lunes 9 de agosto y gracias a la participación de un Jurado designado para tal fin, se selecciona el nombre, que a su entender refleja el más pleno sentir no sólo de las distintas opiniones recibidas, sino también de lo que significan los orígenes de nuestra historia.

Remontémonos algunos años...

En 1857, una crecida y caudalosa Cañada del Vecino arrastró con parte de nuestra historia. Subsistían, en la memoria de los primeros abuelos, leyendas, cuentos, supersticiones y quimeras. Más tarde, llegaría el olvido.

Hubo, con el correr del tiempo, otras arriadas menores. Siempre quedó algo para recordar. Y una raíz hundida en lo profundo que nos junta en este mismo lugar.

La Cañada del Vecino nacía en el arroyo Langeyú y cruzaba el actual Partido de Gral. Guido, entrando por el sur del Partido de Dolores y continuando hasta encontrarse con la Cañada de Díaz, en el Partido del Tordillo.

Esta dilatada geografía de escasa altura, arrinconada por inundaciones y sequías, escondía abrevaderos naturales que favorecieron el establecimiento temprano de pobladores.

Aquí, en este lugar, territorio de los pampas, entre bañados y lagunas, como un albardón más se irguió el Corral de los Vecinos.

En el siglo XVIII, cuando no había deslindes ni alambrados, cuando se necesitaban manos diestras en las vaquerías, llegaron a estos pagos los primeros trajinantes. El Corral, probablemente, fue abrigo para aquellos que se adentraban por el largo y ancho cañadón, restos de un río que buscaba ahora su salida al mar.

El paisaje que tuvieron frente a sí los primeros arrimados al remoto Corral se ha modificado. Transcurrieron doscientos sesenta años desde que el Jesuita José Cardiel anotara en su bitácora, Corral de los Vecinos. El tiempo pasa, la historia se aleja, se olvida en archivos y bibliotecas, sabe que un día iremos en su búsqueda para que nos enseñe quiénes fuimos.

Ese día puede ser hoy. Comencemos a desanudar este enredo de coloridas hilachas, de voces perdidas, y lenguas abandonadas, de conquistadores, de pampas, de criollos y cautivas, de vaquerías, fortines y corrales. Hilemos lo descosido.

Los pueblos, todos, se parecen. Plaza, iglesia, edificios públicos, la estación del ferrocarril, el club... Pero algo los diferencia. Son los hombres y las mujeres que los habitan, que abren caminos en lo que parece impenetrable, inventan salidas y sueñan utopías.

Nosotros somos herederos de los sueños de aquellos primeros portadores, madurados en la soledad infinita que los circundaba. Aquel Corral es el origen de esto que somos.

Por lo tanto, hemos decidido que nuestro Museo tendrá a partir de hoy el Nombre DEL VECINO en homenaje a aquellos primeros pobladores del remoto Corral, origen de este, nuestro lugar: Gral. Guido.

Aspiramos, entonces a que el nombre fortalezca nuestro sentido de pertenencia e invite a todos los Vecinos de hoy a ser parte activa de este presente histórico.


El Sr. Intendente Municipal, Aníbal Eugenio Loubet y a la Sra. Presidente de la Asociación Amigos del Museo, María Petronila Gascue, fueron los encargados de descubrir la placa que lleva su nombre.


Seguidamente, se concretará la imposición del nombre a su sala principal.

Hizo sus estudios primarios en Coronel Vidal para luego irse a estudiar el secundario a Dolores, vivió en una pensión y estudió en el Colegio Nacional. Se recibió y cosechó amistades en Dolores y con varios de ellos se fue a La Plata a estudiar lo que quería MEDICINA. Terminó su carrera con gran sacrificio. Al volver a Dolores, el Doctor Stea le ofrece su consultorio en Guido para empezar a trabajar. Se casa con Martita, con quien estuvo 9 años de novio y se instalan definitivamente en el pueblo. Forma su familia, tiene sus hijas y con el tiempo llegarían los nietos. Hacía las visitas en la bicicleta de Cachuzo Landaburu hasta que pudo comprarse un jeep, que Toto Filippi le pintó de rosa. Su especialidad, decía: médico atiendo desde partos hasta uñas encarnadas, psicólogo y cura. Amaba atender partos y atender ancianos. Recibió a más de cien niños en sus manos y cuidó de sus pacientes más queridos: los viejitos.No solo fue médico, también fue amigo, consejero y confidente. Realizó su trabajo con suma responsabilidad y total vocación de servicio, prevaleciendo ante todo valores tan importantes que merecen ser recordados, solidaridad, profesionalismo, compromiso, dando prioridad al valor humano en su trabajo de curar y salvar vidas.
Se fue muy rápido, hace algunos años… pero su recuerdo perdura en la memoria y en el afecto de todos los que por una u otra razón tuvieron la dicha de conocerlo.
El Jurado ha decidido en forma unánime, colocar el nombre de Dr. Manuel Oscar López Osornio a la Sala principal del Museo Municipal Del Vecino, como expresión de reconocimiento y agradecimiento a quien fuera un médico ilustre pero por sobre todas las cosas, un hombre ejemplar.

Sus hijas, Laura, Sandra y Carina López Osornio y el Sr. Poín Galante, son quienes realizaron el descubrimiento de la placa que lleva su nombre.

Agradecemos a todas las Instituciones que participaron del Concurso:- Familias, docentes y alumnos de la EP N° 1,- Familias, docentes y alumnos de EP N° 16,- Familias, docentes y alumnos de ESB N° 1,- Cooperadora de Sala de Primeros Auxilios de Labardén,- Sala de Primeros Auxilios de Gral. Guido,- Comisión del Club Recreativo Cultura,- Centro de Jubilados de Gral. Guido,- Centro de Jubilados de Labardén,- Sra. Norma Scuffi,- Comisión Parroquial de Labardén,- Comisaría de Gral. GuidoPor otro lado, la Dirección de Cultura desea agradecer a las siguientes personas que participaron como miembros del Jurado:- Sr. Intendente Municipal, Aníbal Loubet,- Sra. Presidente del Honorable Concejo Deliberante, María Eugenia Aranciaga,- Sr. Secretario de Gobierno, Delfor Galante,- Sra. Inspectora de Educación Primaria, Sandra Romiglio,- Sra. Directora de EP N° 1, María Adriana Rojas,- Sra. Presidente Asociación Amigos del Museo Chelforó, Mirta Coronel,- Sra. Presidente Asociación Amigos del Museo Municipal, María Petronila Gascue.- Sra. Coordinadora del Museo, Julieta Tuchi.

Muchas gracias a todos los vecinos que compartieron este Segundo Aniversario del Museo Municipal “DEL VECINO”.

Cordialmente
María Marta Vargas
Directora de Cultura, Gral.Guido

viernes, 14 de agosto de 2009

Cadena Nacional

“El Peor analfabeto, es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe del costo de la vida, los precios del pan, de la harina, del vestido, de los zapatos y de los remedios depende de decisiones política.
El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política.
No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, o el peor de todos los bandidos el político corrupto”
Bertolt Brecht
Alemania 1898-1956

jueves, 13 de agosto de 2009

Dónde van las palabras que no se dijeron


Sabes a donde van las palabras que no se dijeron?
A donde va lo que queres hacer y no haces?
A donde va lo que queres decir y no decís?
A donde va lo que no te permitís sentir?
Nos gustaría que lo que no decimos caiga en el olvido, pero lo que no decimos se nos acumula en el cuerpo, nos llena el alma de gritos mudos.
Lo que no decimos se transforma en insomnio, en dolor de garganta.
Lo que no decimos se transforma en nostalgia, en destiempo.
Lo que no decimos se transforma en debe, en deuda, en asignatura pendiente.
Las palabras q no decimos se transforman en insatisfacción, en tristeza, en frustración.
Lo que no decimos se transforma en trauma, en veneno que mata el alma.
Lo que no decís te encierra en el pasado. Lo que no decimos se transforma en herida abierta.
Lo que no decimos no muere, nos mata.
Capítulo 63 Casi Ángeles Telefe Bs.As. Argentina

domingo, 9 de agosto de 2009

HAY UN NIÑO EN LA CALLE


A esta hora, exactamente,
hay un niño en la calle.
Le digo amor, me digo,
recuerdo que yo andaba
con las primeras luces de mi sangre, vendiendo
un oscura vergüenza, la historia, el tiempo, diarios,
porque es cuando recuerdo también las presidencias,
urgentes abogados, conservadores, asco,
cuando subo a la vida juntando la inocencia,
mi niñez triturada por escasos centavos,
por la cantidad mínima de pagar la estadía
como un vagón de carga
y saber que a esta hora mi madre está esperando,
quiero decir, la madre del niño innumerable
que sale y nos pregunta con su rostro de madre:
qué han hecho de la vida,
dónde pondré la sangre,
qué haré con mi semilla si hay un niño en la calle.
Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate,
transitar sus países de bandidos y tesoros
poniéndole una estrella en el sitio del hambre,
de otro modo es inútil ensayar en la tierra
la alegría y el canto,
de otro modo es absurdo
porque de nada vale si hay un niño en la calle.
Dónde andarán los niños que venían conmigo
ganándose la vida por los cuatro costados,
porque en este camino de lo hostil ferozmente
cayó el Toto de frente con su poquita sangre,
con sus ropas de fe, su dolor a pedazos
y ahora necesito saber cuáles sonríen
mi canción necesita saber si se han salvado,
porque sino es inútil mi juventud de música
y ha de dolerme mucho la primavera este año.
Importan dos maneras de concebir el mundo,
Una, salvarse solo,
arrojar ciegamente los demás de la balsa
y la otra,
un destino de salvarse con todos,
comprometer la vida hasta el último náufrago,
no dormir esta noche si hay un niño en la calle.
Exactamente ahora, si llueve en las ciudades,
si desciende la niebla como un sapo del aire
y el viento no es ninguna canción en las ventanas,
no debe andar el mundo con el amor descalzo
enarbolando un diario como un ala en la mano,
trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
golpeándonos el pecho con un ala cansada,
no debe andar la vida, recién nacida, a precio,
la niñez, arriesgada a una estrecha ganancia,
porque entonces las manos son dos fardos inútiles
y el corazón, apenas una mala palabra.
Cuando uno anda en los pueblos del país
o va en trenes por su geografía de silencio,la patria
sale a mirar al hombre con los niños desnudos
y a preguntar qué fecha corresponde a su hambre
que historia les concierne, qué lugar en el mapa,
porque uno Norte adentro y Sur adentro encuentra
la espalda escandalosa de las grandes ciudades
nutriéndose de trigo, vides, cañaverales
donde el azúcar sube como un junco en el aire,
uno encuentra la gente, los jornales escasos,
una sorda tarea de madres con horarios
y padres silenciosos molidos en la fábricas,
hay días que uno andando de madrugada encuentra
la intemperie dormida con un niño en los brazos.
Y uno recuerda nombres, anécdotas, señores
que en París han bebido
por la antigua belleza de Dios, sobre la balsa
en donde han sorprendido la soledad de frente
y la índole triste del hombre solitario,
en tanto, sus señoras, tienen angustia y cambian
de amantes esta noche, de médico esta tarde,
porque el tedio que llevan ya no cabe en el mundo
y ellos son los accionistas de los niños descalzos.
Ellos han olvidado
que hay un niño en la calle,
que hay millones de niños
que viven en la calle
y multitud de niños
que crecen en la calle.
A esta hora, exactamente,
hay un niño creciendo.Yo lo veo apretando su corazón pequeño,
mirándonos a todos con sus ojos de fábula,
viene, sube hacia el hombre acumulando cosas,
un relámpago trunco le cruza la mirada,
porque nadie protege esa vida que crece
y el amor se ha perdido
como un niño en la calle...

Armando Tejada Gómez
http://www.tejadagomez.com.ar

martes, 4 de agosto de 2009

"Nada escapa a la apreciación del artista"


El almacen de la esquina
Pulperías y Almacenes de la Pampa Bonaerense