"Cuando el desencanto se ha convertido en artículo de consumo masivo y universal. Nosotros seguimos creyendo en los asombrosos poderes del abrazo humano" Eduardo Galeano.

martes, 31 de agosto de 2010

Ramona, la que estalló

Silvana Melo (APE)

Nadie supo que existía Ramona Olima hasta que estalló. Y el diario digital de La Rioja subió en cuatro líneas su tragedia a la red. No más que cuatro líneas. Sin edad ni hijos ni historia. Sólo Ramona Olima, un nombre como de Juan Rulfo, parienta de Pedro Páramo.
Dice la noticia, apenas cuatro líneas en Radio Fénix, que en uno de los últimos días de agosto Ramona Olima -del barrio 20 de Mayo, aclara la noticia porque seguramente el barrio identifica más que la huella de su dedo pulgar- entró en crisis de nervios. La parquedad informativa obliga a uno a imaginar una crisis de nervios de Ramona Olima. Tal vez haya agitado sus brazos al cielo. O gritado ante las máscaras de los mostradores. O pateado alguna mesa de entradas. O acaso simplemente haya mirado al cielo y preguntado por qué. Es que Ramona Olima se había pasado el día buscando ayuda.

Dice la apretadísima síntesis que presentaba graves problemas de alimentación. Tal vez estuviera desnutrida. O anémica. O se le veían los huesos cuando golpeaba las puertas que nunca se abrieron. La única verdad es que Ramona Olima tenía hambre. Fue a golpear puertas por hambre. Hacia aquí y hacia allá le señalaban los dedos como flechas. Como en una película animada. Donde ella era el dibujo destinado a la pirueta. De la secretaría a la dirección, de la dirección al ministerio, del ministerio a la casa de gobierno, de la casa de gobierno al municipio. Y en el Municipio un muro. Entonces Ramona Olima estalló.

No se enteró ella de los índices oficiales de pobreza e indigencia porque ella, que no tiene historia ni hijos ni otra vida que las cuatro líneas en Radio Fénix de La Rioja, anda golpeando puertas y puertas porque tiene hambre. Ni sabe ella que el INDEC de nariz larguísima dice que sigue bajando la pobreza y la indigencia en el país. Pero tampoco sabe Ramona que ella no vive en el país. Vive en el NorEsteArgentino. El NEA, lo abrevian. Tan pobre y afuera como el NOA. Apenas troqueles del país. Apenas un rasguido con los dedos y se caen.

En esas regiones -ignora ella- la ciudad más castigada es Santiago del Estero. Donde el 23,7 % es pobre. Después, Jujuy-Palpalá, con un 17,3 %. Catamarca con 17,2%. Tucumán-Tafi Viejo con 15,6% por ciento y La Rioja, con el 14,2%. Ahí -sin que se entere siquiera-, en ese último número, está incluida Ramona Olima. La mujer sin edad, sin hijos, sin casa, sin más identidad que ese nombre, la mujer que tenía hambre. La mujer que estalló.

En el Noreste -en ese pedazo del país donde anda ella golpeando puertas- la tasa de pobreza es del 23,5 por ciento. Veintitrés y medio de cada cien es pobre o indigente. Ella está dentro de ese número que no dice nada en sí mismo, que no tiene color de pelo ni olor de piel ni pasado en el almanaque ni hambre en el ahora. Un número como hielo, como acero, como vidrio. Que no habla de ella aunque la incluye. No dice Ramona Olima es pobre o indigente. Dice que veintitrés y medio de cada cien. Y ella es una de ésos. Que fue a golpear puertas un buen mal día de los confines de agosto. Hasta que entró en crisis de nervios. Y estalló.

Lo publicó en cuatro líneas Radio Fénix en la página web a la que entra cualquiera, de Esquel a Palpalá. De Jamaica a Lisboa. Y todos la ven y se enteran de Ramona Olima, la mujer que no tiene edad ni hijos ni historia, que tiene hambre en la emergencia del hoy.

Esa mujer, un día de los fines de agosto, estalló.

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